Con el tiempo he comprendido que la manera de aplicar la terapia nace del corazón del terapeuta. No se trata únicamente de lo que nos dicen o de las prácticas que nos proponen sino de la presencia y la compasión amorosa con la que el terapeuta nos acoge.
Estoy cansada de forzar, ¿tú no? Cansada de empujar, de pretender, de aguantar, de aparentar, de tener que… Lo que espero de la terapia, llegados a este punto, es un lugar donde poderme permitir dejarme caer con lo que haya. Tener un espacio en el que alguien me guíe en cómo es esto de soltar y aflojar.
Ya no me sirven las terapias confrontativas, arriesgadas o exigentes.
Durante años las busqué y me lanzaba a ellas de cabeza. Con el tiempo he comprendido que esos chapuzones a lo loco forman parte precisamente, de mi manera disfuncional de cuidarme; tal como yo me trataba lo buscaba también afuera: ser la valiente, la que puede con todo, la que se habla mal a sí misma y permite que el terapeuta también le hable mal, la que confiere todo su poder a la supuesta autoridad que tiene el terapeuta en vez de mantenerse arraigada en su propio poder, la que no escucha su miedo.
Bien sé, que este harakiri inconsciente forma parte del proceso.
Así entendí que, para que me empujen ya estoy yo, para que me nieguen ya estoy yo, para que me exijan ya estoy yo y para sentirme pequeña e indefensa también me tengo a mí. Esta amalgama autodestructiva la domino bien.
He tenido la suerte de conocer terapeutas amorosos y respetuoso que me han enseñado a amarme y a respetarme a mí misma, hecho que obviamente no lograron los anteriores.
Gracias a los terapeutas que me han dicho: no hay nada que cambiar ni que empujar, no te niegues, valídate; Permítete descansar, tienes derecho a decir NO sin dar explicaciones, sigue tu energía, cree en ti.
Y lo mejor de todo es que, a menudo, ni siquiera me lo han dicho, lo he visto en su bondad, en su mirada, en su contacto tierno.
El amor es lo que cura.
En la infancia, cuando creamos nuestro carácter, aprendemos mecanismos de defensa, aprendemos a compararnos, a negarnos, a despreciarnos, a dejarnos de amar a nosotros por amor a nuestros padres; así que eso ya sabemos hacerlo bien.
Lo que nos va a sanar es precisamente lo opuesto y por tanto, lo que realmente hubiéramos necesitado en su momento: amor, cariño, comprensión, apoyo, atención. Esto es lo que debemos aprende a hacer con nosotros ahora, así debemos tratarnos.
En terapia busco terapeutas que me ayuden a despertar ese amor hacia mí misma, esa compasión, ese apoyo, y lo logran porque ellos ya han paso por esto. En el momento en que sabes amarte y atenderte emocionalmente puedes acompañar a otros en su proceso de sanación, antes no. Así lo veo yo.
Por esta razón he tardado años en sentirme lista para acompañar, y no es que no estuviera preparada o me escondiera, sino que no quiero ser como algunos terapeutas con poco amor y mucha técnica.
La técnica ya la tengo, muchas, demasiadas incluso. El amor… Eso son palabras mayores. El amor para acompañar no se aprende, nadie te lo puede enseñar; el amor tienes que dejar que nazca de tu interior, con paciencia, sin forzar, aflojándote.
El amor requiere tiempo: necesita de presencia que requiere meditación y espacio silencioso; necesita compasión que requiere el delicado cuidado de tu niño interior; necesita confianza en tu cuerpo y en tu energía, y por encima de todo necesita respeto.
Si conseguimos estar colocados en este lugar, si conseguimos acompañar desde este lugar, la terapia se dará por si sola. Si además le añadimos prudentemente alguna que otra técnica, podremos sentirnos bien con nuestro trabajo.
Durante tiempo no he acompañado procesos, he estado solamente poniendo la atención en mí y algunos de los terapeutas que me acompañaban me decían que me escondía, que no me atrevía, que no apostaba por nada, que era cobarde. Aunque yo, a pesar de evidentemente no sentirme vista, ni valorada, ni comprendida incluso exigida, seguía a mi corazón, seguía sintiendo que aún no era el momento.
Un día, alguien me dijo: “Neus, eres meditadora. Tienes presencia. Eres amorosa y comprensiva. Sabes escuchar con el corazón y además tienes técnica de sobras. Los terapeutas no hacemos magia, acompañamos amorosamente desde lo que hemos aprendido en nuestro propio proceso. Estás lista.”
¿Qué diferencia verdad?
Pues eso, que no quiero formar parte del primer grupo de terapeutas, lo que quiero es estar es este lugar amoroso y respetuoso que tantos años me ha costado alcanzar y que espero y deseo que siga creciendo y desarrollándose en mí, en mi vida, en mi trabajo, y en mis clientes.
Que la atención y la escucha amorosa sean mi bandera. Sin forzar. Con amor.
Esta web utiliza cookies propias que tienen una finalidad funcional y cookies de terceros (tipo analytics) que permiten conocer sus hábitos de navegación para darle mejores servicios de información. Para continuar navegando, es importante que acepte su uso. Puedes cambiar la configuración, desactivarlas u obtener más información. AceptoNo AceptoLeer Más
Politica de Privacidad
Privacy Overview
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.