El miedo al rechazo es una de las consecuencias de las heridas de la infancia más común, junto con la herida del abandono y la herida de la indignidad.
Rechazar es, según el diccionario, mostrar oposición o desprecio a una persona, grupo o comunidad. La herida del rechazo proviene de unas circunstancias en las que tu niña interior se ha sentido rechazada por sus padres, especialmente, por su madre.
Somos seres sociales, y antaño, necesitábamos de la tribu para sobrevivir. De aquí que el miedo al rechazo sea algo tan visceral y difícil de sanar: en realidad, la aceptación por parte del resto, garantizaba nuestra supervivencia.
Ahora, a pesar de que nuestra supervivencia no va en ello, también nos importa la opinión de los demás. Ante un nuevo corte de pelo, buscamos la aprobación de la familia y amigos (e incluso a veces, la admiración); ante un nuevo trabajo, buscamos impresionar a jefes y compañeros; cuando conocemos a alguien, buscamos gustarle; cuando hacemos una presentación en el trabajo o en una conferencia, necesitamos sentirnos aceptadas.
En realidad, buscar la aceptación del grupo no es malo…siempre y cuando no te limite.
Cuando el miedo al rechazo te paraliza
Un cierto miedo al rechazo puede ser natural en la persona. Cuando consideramos que es fruto de una herida profunda de la infancia es cuando conlleva estos patrones:
- Dejas de ser tú misma para conseguir gustar a los demás.
- Tienes la autoestima baja porque constantemente estás analizándote para ver si encajas con el resto.
- Renuncias a tus sueños por miedo a ser rechazada.
- Dejas de perseguir tus metas para seguir las que crees que tu familia o tu entorno esperan de ti.
- Huyes de reuniones, de presentaciones en público, de todo aquello que suponga exponerte a la valoración de otra gente.
Cómo sanar la herida del rechazo
Sanar una herida no es ignorarla ni enterrarla. Sanar una herida es aceptar que esta herida sucedió, y entender que, aun sanándola, puede que los patrones que ha imprimido en tu carácter salgan a relucir en momentos de estrés.
Superar el miedo al rechazo conectando con tu niña interior
Sanar la herida del rechazo es conectar con tu niña interior para darle seguridad. Quiero que hables a tu niña interior. Que le digas que la aceptas cómo es. Con sus dotes, con sus defectos, con sus rarezas. También con sus dones: anímala a mostrarlos. Recuérdale que tiene el derecho (y también el deber) de compartir sus grandes habilidades con el mundo. Y si protesta, si te dice que ella no tiene nada de especial, reconfórtala. Dile que busque, que todos tenemos algo que nos hace especial, dones que nos elevan a un nivel superior.
Sanar la herida del rechazo a través del autoconocimiento
Y pregúntate: ¿cuándo aparece el miedo al rechazo en tu Yo adulta? ¿Qué pensamientos me provoca? ¿Cómo me siento? ¿Qué me ocurre, al sentir este miedo? ¿Qué pierdo o qué gano?
Esto te ayudará a ver las consecuencias de este miedo y poder actuar para minimizarlo. Eso sí, ten en cuenta que parte de la sanación es la aceptación. No pasa nada por sentir miedo al rechazo de vez en cuando.
Es natural. Abrázalo, acéptalo, y luego, déjalo ir.
Sé feliz.
Neus